sábado, 14 de diciembre de 2013

Preguntas de una madre segundiza

El segundo embarazo o hijo/a parece traer, al menos al principio, muchas menos preguntas. Y no es porque uno se las sepa todas, pero bueno, ya pasó la experiencia y por más que no siempre nos acordamos de todo, está claro que  las inceritidumbres de la primeriza fueron quedando atrás. Por otro lado, es bastante probable que entre la vida cotidiana, la crianza del primero, el laburo y la vida misma, haya también menos tiempo para estar haciéndose demasiadas preguntas.
Pero ¡cuidado! en cualquiero momento, cuando no te lo esperabas, en una tarde de 36º sin pileta, tirada con las patas -que parecen macetas- para arriba, las dudas pueden empezar a acecharte.
Serán otras, seguramente. ¿Menos trascendentes? Tal vez.
Pero bueno, dicen que la duda, la pregunta, la curiosidad es lo que nos lleva al verdadero conocimiento. O algo así. Así que doy por iniciado aquí un listado de preguntas de madre segundiza.

- La segunda vuelta: ¿se va o no se va al curso preparto?
- Cuestión doméstica: ¿a la noche, en el sanatorio, se queda el marido o se va a dormir con el otro crío?
- Fraternidad y celos 1: ¿cuál es el momento preciso para que el/los hermano/s lleguen a conocer al nuevo? Y, ¿en brazos de quién estará el recién llegado en ese instante?
- Fraternidad y celos 2: ¿tiene algún sentido esa tradición de comprar regalitos para los hermanos?
- Vida moderna: Fundamental: ¿cuál es el momento exacto en que las claves del banco, de la computadora/ipad o afines, del mail y de las redes sociales, empiezar a incluir cosas, fechas, nombres o palabras relacionadas con el segundo?

miércoles, 4 de diciembre de 2013

De álbums y ensambles

La llegada del segundo me hace pensar todo el tiempo en los vínculos entre hermanos. Si bien Vicente ya ltiene los suyos, siempre pienso que éste va a ser distinto. Porque es hijo de su mamá y de su papá, porque va a convivir con él de manera permanente y porque fantaseo con que va a ser un hermano criado igual que él, con los mismos criterios, las mismas decisiones, etc.
No es fácil explicarlo, pero en estas cuestiones del ensamble, muchas veces surge alguna diferencia en cuanto a decisiones o criterios de crianza.
Más de una vez me encontré en la chota situación de decirle a Vicente "bueno, él lo hace así pero vos no; él come eso pero vos no" y cosas por el estilo.
La fantasía dice que con el nuevo hermano esas cosas no van a pasar. Seguro pasarán otras. Seguro.

Con estos temas dando vuelta me encontré hoy con el post de Mamá Leona. Claro, el solo detalle de la presencia o no de un álbum de fotos pone en cuestión la fantasía de que los hijos son todos iguales y que uno los cría igual, y que no hay diferencias.
Siempre recuerdo que los álbums familiares, en mi caso, incluían cantidad de fotos de bebés de mis dos hermanos mayores, muchas menos mías y muchísimas menos de mi hermana menor. Hay algo de lógica en eso: el entusiasmo del primer hijo, el tiempo disponible, la ilusión de toda la familia, etc.
De hecho, como conté en otro post, las fotos de la panza de Vicente son incalculables, mientras que las de la nueva panza se cuentan con los dedos de las manos.

Ahora, y retomando la idea de álbumes y ensambles, lo que me quedo pensando es que cada hijo va a tener que armar su propio "álbum". Uno que tenga las fotos que nosotros, los padres, fuimos poniendo pero también las que ellos mismos quieran poner. Estarán las fotos de cumpleaños con todos los hermanos y estarán aquellas donde los hermanos mayores no estén porque justo no les tocaba ese día. Para los mayores habrá fotos de chiquitos con su mamá y su papá, habrá otras de vacaciones con la mujer del padre, con la hija del marido, con tíos y abuelos postizos.

Cada una de esas fotos no será más que una pieza suelta de un rompecabezas que ellos mismos tendrán que completar. Cada uno construye y reconstruye su historia familiar y, en definitiva, su identidad a partir de muchas variables. Pueden ser las fotos y los álbums pero también las anécdotas, los recuerdos, las experiencias, la vida misma. Y probablemente en los chicos que forman parte de familias ensambladas el álbum se irá completando con las fotos de la panza, la clínica y con mamá y papá juntos, pero después necesitará tener también las de las nuevas familias, los nuevos hermanos, los nuevos tíos, sus propios amigos, sus primeros amores. En fin, un álbum que como sus propias familias, también estará ensamblado.

sábado, 2 de noviembre de 2013

De segundas vueltas, paternidades y hermanos. O cuando los padres vuelven a ser padres


Terminé de leer el "mundos íntimos" de Clarín goo.gl/VUYD29, y enseguida pensé, obviamente, en mi propia historia de familia ensamblada.
Pensé que muchas veces a las mujeres de la "segunda vuelta" nos cuesta un poco ponernos en la piel del otro, entender que todo eso que llega para nosotras con el primer hijo o incluso con el segundo, es nuevo, es prioridad, es único. Y nos parece imposible que el padre no lo viva de la misma manera.
Entendemos racionalmente que ese padre ya vivió la experiencia de la paternidad, ya vio ecografías, ya sintió emociones, desplantes y alegrías y lo podemos comprender en el plano de la lógica. Pero, seguramente, en muchas circunstancias nos resulta odiosa esa sensación de "esto ya lo vivió".

Mientras leía la nota de Martín pensaba en esa otra mirada. La de ellos. La de unos padres que, sea por una decisión concreta, por azar, porque la vida los lleva, por un deseo profundo o por lo que fuera, arrancan con la segunda vuelta. Y vuelven a ser padres.
Pero unos padres que necesariamente son diferentes. Porque, creo yo -al menos cuando la paternidad se da en el marco de una pareja-, uno es madre o padre también en relación al otro de ese par.
Quiero decir, uno es madre/padre de sus hijos. Está claro. Pero el modo de ser madre o padre también se construye con el otro. Seguramente yo sería una madre diferente si el padre de mis hijos no fuera el que es. Y, claro, el papá de mis hijos es un padre diferente que el que fue y es con sus hijos anteriores.

Es casi una verdad de perogrullo que los padres y madres son distintos con cada hijo. Por una cuestión de edad, de experiencia, de momento de la vida, etc. Pero lo que quiero decir es que en las primeras, segundas y hasta terceras vueltas de nuestras cada vez más habituales familias ensambladas, hay una construcción permanente de la mater-paternidad que tiene que ver con el par madre-padre, más allá de los cambios personales y de vida.

Y también que en esas primeras, segundas y hasta terceras vueltas de paternidad, aparece necesariamente, para bien o para mal, la cuestión de las comparaciones.
El sentido común diría, en respuesta a eso, que no se es mejor o peor padre, que se es un padre distinto. No lo sé. Y dependerá de cada una de las historias. Habrá mejores y habrá peores. Y habrá aquellos que ni siquiera se lo planteen.

Pero hay algo de lo que dice este padre cincuentón en segunda vuelta que me generó una profunda identificación y que tiene que ver con la forma en que estos ensambles construyen también "nuevas fraternidades".
Dice Martín: "Me ilusiono con ver cómo Juan y Lu preguntan por sus hermanos cada vez con mayor frecuencia. Y me hace feliz cuando mis hijos llegan a casa y los mellizos, como a quién se le aparece un prodigio, se quedan absortos mirándolos. Mis hijos adultos empiezan a tener un vínculo con ellos. Es una relación incipiente, de a poco los alzan, juegan, hablan. A veces me pregunto cómo serán todos ellos en diez, veinte o treinta años".

Y es ahí donde encuentro una clave. Cuando los hermanos se ríen, se esperan, se abrazan o se pelean. Cuando cada mañana antes de ir al jardín Vicente pregunta "¿hoy vienen los hermanos?". Cuando entre los tres, aún con edades bastante diferentes, hablan de dónde va a dormir o dónde va a comer Salvador, el cuarto que está llegando. O cuando el grandote, ya adolescente, el del medio y el más chico se juntan a lo bruto, bien de varones, al grito de "abrazo de hermanos". Es ahí, digo, cuando las vueltas, sean primeras, segundas o la cantidad que sean, se juntan en una sola.

sábado, 19 de octubre de 2013

Poner la palabra. Los chicos y la muerte

En el post anterior contaba algo de lo que me pasaba a mí, como adulta, como madre, frente a la muerte de una compañerita de Vicente de 3 años. El dolor, la tristeza pero sobre todo la angustia de lo impredecible, de la inseguridad, de la perspectiva irrumpida. Días después se hizo más fuerte la cuestión de qué y cómo contarles a los chicos que su compañerita, a la que esperaban para "cuando hiciera calorcito" y a la que le habían hecho 10 días atrás un mural con fotos y sus manos estampadas, había muerto. Además de la pregunta personal y/o familiar acerca de cómo enfrentar el tema, se sumaba un problema. Esta no es una muerte "privada" que sucedió en el interior de la familia sino que es algo que trasciende nuestras maneras de mirar la vida y la muerte. ¿Qué piensan o qué van a decir otros papás? ¿Qué va a decir el jardín?
Tuve claro de entrada que algo había que decir. Los chicos tenían muy presente a Estrella, sabían que estaba enferma, la esperaban. Era necesario de algún modo que puedan cerrar esta historia. Pero ¿cómo? ¿es necesario enfrentarlos tan chiquitos a la muerte de un par? ¿tenemos derechos a provocarles esa angustia?
También estaba claro que, nosotros al menos, no íbamos a mentir.

Pasados los días empezaron a circular un par de comentarios de "puerta" que me inquietaban. "Yo no le voy a decir, a lo mejor le digo que se fue a otro jardín".
¡Alerta!
Por supuesto había conversado con algunas madres y padres afines, ya había expresado mi preocupación o al menos mi intención de saber la postura del jardín, y como buena psicoanalizada, ya había hecho llamado de auxilio a mi analista.
Por suerte, desde el jardín se convocó a una reunión.
Es muy impresionante cuando uno se detiene un segundo a escuchar, a escucharnos. El miedo a la muerte, el nuestro, imperaba en esa charla. Las dificultades, los miedos que aparecían entre padres y madres asustaban. Por momentos pensaba "qué poca confianza en sus propios hijos" y por otros me daba cuenta de que todos, aún con opiniones diferentes, estábamos enfrentándonos con nuestras propias angustias, con nuestros propios miedos y con el profundo deseo de no tener que decir nunca a nuestros hijos que el dolor existe, que todos no vamos a morir, que la vida es también eso.
Ante la impotencia de la muerte nos morimos de miedo y el miedo nos hace hacer y decir cosas absurdas. Ayer mismo, por ejemplo, cuando una mamá de otra sala, enterada de la situación, mandó un mail avisando que cambiaban el texto del cuento de Blancanieves para la obra que haríamos ese día, sacando toda referencia a palabra muerte, morir, matar, ataúd.
Confieso que me violenté un poco y contesté, sutilmente, pero contesté. ¿Es posible que desvaloricemos tanto a los chicos? ¿Realmente creemos que algún chico sufrirá más o menos el dolor o la angustia de la muerte porque el cuento que escuchó 800 veces, esta vez no dice la palabra morir?

Finalmente, entre los padres de la sala logramos un acuerdo: No mentiras. Hay que cerrar la historia. Para que no les sea tan brusco, lo primero será contarles que Estrella no va a volver.  Y sobre todo escucharlos, abrir la cabeza a sus preguntas o a sus no preguntas. Y responderlas con la verdad.
Casualmente, esta mañana leía un texto de Mercedes Minnincelli sobre infancia y subjetividad: "Cada niño se crea una explicación del mundo y de lo que acontece. Cada niño inventa una y otra vez cuando explora el mundo circundante, sus propias explicaciones respecto del porqué de las cosas y, nos pone a prueba en las respuestas que les damos hasta llevarnos a ese punto de no saber cómo responder. De eso se trata, De llevar al adulto a ese punto de misterio, de confrontación con lo que no tiene respuesta cierta y única por más avance que el conocimiento científico pueda aportar a nuestra época. (...) Pareciera que, los mayores no estuviesen dispuestos a hallar ese momento de incertidumbre en el cual las nuevas generaciones en general y cada niño en particular los implican."

Minnincelli habla también de la necesidad de esas ceremonias mínimas que instauran a través del lenguaje, de los mitos, de las leyendas, de los cuentos un lugar significativo para que los chicos encuentren "aliados imaginarios" para erradicar a los monstruos que los acechan.

Poner la palabra, poner historias, poner la verdad.

Les dejo un bello cuento de Laura Devetach, Monigote en la arena, que se acerca de una manera bella, poética y llena de palabra a la crueldad de la muerte.

Monigote en la arena (Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1984. Colección Libros del Malabarista).

La arena estaba tibia y jugaba a cambiar de colores cuando la soplaba el viento. Laurita apoyó la cara sobre un montoncito y le dijo:
—Por ser tan linda y amarilla te voy a dejar un regalo —y con la punta del dedo dibujó un monigote de seda y se fue.
Monigote quedó solo, muy sorprendido. Oyó como cantaban el agua y el viento. Vio las nubes acomodándose una al lado de la otra para formar cuadros pintados. Vio las mariposas azules que cerraban las alas y se ponían a dormir sobre los caracoles.
—Hola —dijo monigote, y su voz sonó como una castañuela de arena.
El agua lo oyó y se puso a mirarlo encantada.
—Glubi glubi, monigote en la arena es cosa que dura poco —dijo preocupada y dio dos pasos hacia atrás para no mojarlo—. ¡Qué monigote más lindo, tenemos que cuidarte!
—¿Qué? ¿Es que puede pasarme algo malo? —preguntó monigote tirándose de los botones como hacía cuando se ponía nervioso.
—Glubi glubi, monigote en la arena es cosa que dura poco —repitió el agua, y se fue a a avisar a las nubes que había un nuevo amigo pero que se podía borrar.
—Flu flu —cantaron las nubes—, monigote en la arena es cosa que dura poco. Vamos a preguntar a las hojas voladoras cómo podemos cuidarlo.
Monigote seguía tirándose los botones y estaba tan preocupado que ni siquiera probó los caramelitos de flor de durazno que le ofrecieron las hormigas.
—Crucri crucri —cantaron las hojas voladoras—. Monigote en la arena es cosa que dura poco. ¿Qué podemos hacer para que no se borre?
El agua tendió lejos su cama de burbujas para no mojarlo. Las nubes se fueron hasta la esquina para no rozarlo. Las hojas no hicieron ronda. La lluvia no llovió. Las hormigas hicieron otros caminos.
Monigote se sintió solo solo solo.
—No puede ser —decía con su vocecita de castañuela de arena—, todos me quieren pero porque me quieren se van. Así no me gusta.
Hizo "cla cla cla" para llamar a las hojas voladoras.
—No quiero estar solo —les dijo—, no puedo vivir lejos de los demás, con tanto miedo. Soy un monigote de arena. Juguemos, y si me borro, por lo menos me borraré jugando.
—Crucri crucri —dijeron las hojas voladoras sin saber qué hacer.
Pero en eso llegó el viento y armó un remolino.
—¿Un monigote de arena? —silbó con alegría—. Monigote en la arena es cosa que dura poco. Tenemos que hacerlo jugar.
"Cla cla cla", hizo monigote porque el remolino era como una calesita.
Las hojas voladoras se colgaron del viento para dar vueltas.
El agua se acercó tocando su piano de burbujas.
Las nubes bajaron un poquito, enhebradas en rayos de sol.
Monigote jugó y jugó en medio de la ronda dorada, y rió hasta el cielo con su voz de castañuela.
Y mientras se borraba siguió riendo, hasta que toda la arena fue una risa que juega a cambiar de colores cuando la sopla el viento.

viernes, 11 de octubre de 2013

Sobre la incertidumbre, la muerte y la maternidad.

La muerte es una mierda. Y cuando la muerte le toca a una nena de tres es más mierda todavía. Y cuando, además, esa nena de tres compartió hasta hace poco la sala de jardín o el acto del 25 de mayo con tu hijo, la muerte se te para adelante de un modo mucho más aterrador, mucho más impredecible, mucho más amenazante. No es que uno no sepa que la gente se muere, que los chicos se mueren todos los días. Claro que lo sabemos. E incluso, muchas veces,  mueren de maneras más espantosas, -si es que hay un modos más o menos espantoso de morir-, por causas evitables, de modos violentos. Sí, lo sabemos.
Pero claro, cuando la muerte es para esa nena de la sala azul a la que le preparaste una bolsita el día del cumple de tu hijo, esa muerte se te acerca y te da más miedo, más tristeza, más dolor.
No hay explicaciones posibles, no hay respuestas.

En momento como estos, uno solo quisiera que todo fuera certeza pura, que no haya incertidumbres, tener la seguridad de que tus hijos nunca se van a enfermar gravemente, nunca van a sufrir, nunca se van a morir. Pero no. No hay certezas, no hay seguridades. 


La única certidumbre es el presente. Es el hoy. Una de las cosas que aprendí con la maternidad es la permanencia de la incertidumbre. Nunca sabes bien cuántas horas vas a dormir, si el plan del fin de semana se mantendrá en pie o será suspendido por una gripe, si el chico se va a romper un brazo jugando a la pelota o.si vas a tener que suspender las vacaciones en febrero para preparar materias previas. Aún habiendo aprendido ya la presencia de la incertidumbre, nunca uno podrá, imagino, estar prevenido para la muerte de un hijo. 
En fin, tal vez lo más inquietante de la maternidad sea un poco eso. El final para siempre de toda previsibilidad, de toda certeza, de toda seguridad.

jueves, 19 de septiembre de 2013

A, mí fotos en bolas, no

En los útimos tiempos han proliferado campañas, trabajos documentales, muestras fotográficas que intentan revalorizar la mirada sobre el cuerpo femenino, más allá de los cánones de belleza establecidos:
4th Trimester Bodies Project, de Ashlee Wells Jackson.4th Trimester Bodies Project, de Ashlee Wells Jackson.4th Trimester Bodies Project, de Ashlee Wells Jackson.4th Trimester Bodies Project, de Ashlee Wells Jackson.
Me generan una sensación dicotómica. Está claro que la mayor parte de las mujeres no quedamos, después de un hijo, como Nati Oreiro o Luisana Lopilato. Y está bien que eso no nos enloquezca y no creamos que es el fin de nuestras vidas como mujeres. Ok.
Ahora, ¿tiene algo de malo querer perder el peso que una sumó en el embarazo, recuperar algo de la cintura de antaño o que las tetas no nos queden como pasas de uva? ¿nos ubica ese deseo, o al menos esa intención, en un lugar de madres menos amorosas o menos abnegadas por nuestros niños? Y más aún, la proliferación de books, campañas, fotitos que además están producidas estética y artísticamente, ¿no termina siendo una estetización del cuerpo post-parto tan sesgada como las otras estetizaciones y representaciones de belleza femenina?

¿No podemos pensar que tal vez la "belleza de la maternidad" no está como plantea el copete de esta nota: http://www.entremujeres.com/entretenimientos/arte-y-cultura/4th_Trimester_Bodies_Project-Ashlee_Wells_Jackson-embarazo-cuerpo-real-arte-cultura-fotografia_0_995300568.html, necesariamente en el cuerpo y puede estar en otro lado?


Yo, por las dudas aviso: a mí, fotos post parto bolas, no.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Un nombre "es lo más valioso que uno puede tener"

Se confirmó el sexo y la rueda de los nombres empezó a girar. No es que hasta ese momento no tuviéramos ninguno dando vueltas, pero en general, uno espera a tener algunas certezas. Nunca fui de las que tienen un nombre pensado desde los 15 para cuando tengan un hijo a los 40.  Por otro lado la combinación entre un débil diagnóstico y la fuerte expectativa de niña, había orientado la ruleta para el lado de los nombres de mujer.
Por eso, desde que la ecografía siguiente canceló toda ilusión de romper la racha, cambiamos el foco y volvimos a las listas de nombre de varón.
Pasan los días y los sobrenombres del estilo bebu, porot, el nuevo, el próximo y cosas por el estilo empiezan a resultar incómodos, pero la realidad es que el nombre no llega.
Yo digo que es como buscar una casa, uno mira y mira durante meses departamentos grandes chicos, con balcón, sin balcón, casa con terraza  o jardín, cerca de la avenida o lejos de todo. Y hace listas mentales de ventajas y desventajas, hasta que finalmente la casa llega y no importa tanto si es cerca o lejos, si tiene jardín o balcón. Algo te enamora y las desventajas se desvanecen.
Con los nombres pasa algo parecido. Todos los de la lista nos gustan. Pero uno es largo, otro es corto, uno no queda bien con el apellido, del otro no nos gustan los apodos, uno nos hace acordar a tal o cual y se descarta de inmediato.
Opinan los abuelos, los tíos, los primos, los hermanos, los compañeros de trabajo y los amigos. La opinión, por supuesto, no implica únicamente el aporte solidario de ideas, sino básicamente la defenestración con todo tipo de argumentos, de cualquiera de nuestras posibilidades.

Así que acá seguimos, revisando listas de caudillos y próceres, santorales de las fechas aproximadas, listas de compañeros de todos los hermanos y primos, nombres de hijos de compañeros de trabajo, vecinitos y amigos de amigos.

Ahora vamos a ser una última prueba. Decirlos en voz alta, enteros, con apellido y con posibles apodos. Y si no sale nada, la próxima lanzamos una encuesta pública de la que seguramente no va a salir el nombre final, pero por ahí nos hacemos de una larga cantidad de nuevas posibilidades para seguir probando, aceptando, rechazando y haciendo girar la rueda, hasta que finalmente, como la casa, el nombre caiga.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El segundo y la revolución aburguesada

El primer hijo es una revolución. Está claro. Y el segundo es una segunda revolución, pero por decirlo de alguna manera, es una revolución aburguesada.

Estamos felices y contentos pero más apaciguados, menos ansiosos y menos monotemáticos.

De repente, con 17 semanas y sexo confirmado, me di cuenta de la cantidad de cosas que no hacemos en el segundo embarazo:
- No sacamos tantas fotos de la panza. A esta altura del embarazo anterior ya tenía un promedio de 50 fotos. Sola, con el padre, con la flia, con amigos. Ahora, ninguna.

- No hacemos "todas las cosas del embarazo" juntos. Obstetra, análisis, etc. 

- No grabamos las ecografías. Ya me olvidé dos veces de llevar DVD. Y en la próxima ya no se va a ver nada...

- No leemos libros, libritos, sitios, revistas, etc. O por lo menos no tenemos la bibliografía en la mesa de luz.

- No compramos ropa de embarazada. Tiramos lo más que podemos con lo que hay. Al menos hasta que no quede otra.

- No esperamos deseperadamente el tercer mes para empezar a comprar cosas, cositas, ropitas, etc para la criatura. Todavía no compré nada.
¿qué otras cosas no hicieron con el segundo embarazo?

viernes, 30 de agosto de 2013

Las mujeres que detesto. Por Lorena Bianchi



Mujeres hay muchas, madres también.  Con algunas nos llevamos bien, compartimos cosas, nos reímos juntas. Pero hay otras de esas a las que preferimos lejos.
Acá va, entonces, lo que empezó por un decálogo y va casi por 50logo de “Las mujeres que detesto”. La lista la inició mi prima, Lorena Bianchi, en facebook, y se sumaron aportes varios. A ver si encuentran a la que ustedes detestan:


1- Las que ante cualquier tema que uno trate (alcoholismo, desastres císmicos, depilación, qué tipo de dulce de leche comprás, ortodoncia, viajes internacionales, etc.) dice: "mi marido dice que" y dan la opinión del marido que no toma alcohol, no es experto en siniestros, nunca se depiló, etc.
2- Las que te cuentan una "calamidad" (ej: mi hijo no llevó la carpeta de plástica a la escuela y la maestra mandó una nota para notificarme) y a continuación agregan "no le dije nada al padre para que no se ponga loco y se la agarre con la maestra de plástica". En éste tipo hay un sub grupo: las que se pelean con los nenes con que se peleó su hijo, toman partido, se pelean con la madre, el padre y la abuela, mandan una nota a la institución, y los chicos tienen planes para invitarse mutuamente a las casas..
3- Las que asumen responsabilidades de otro o de sus hijos y luego se quejan como víctimas: "el regalo del día del maestro lo compro yo" (terminante) y luego: "si no fuera por mí", "en el poco tiempo que tengo" y "nadie me ayuda/comprende/apoya".
4- Las madres que hablan de lo excelente que son sus hijos (hacen la tarea solos, se organizan solos, deciden estudiar antes de ir a un cumpleaños/ partido de fútbol, a las 14 hs terminaron toda la tarea, estudiaron y con el codo hicieron la lámina para la semana entrante)
5- Definitivamente detesto con odio ancestral y envidia, a las flacas saracas que se quejan por 2 kg de más! No podés...no me hagas eso a mí, que debo bajar como 30 y tengo la voluntad de una babosa para subir una montaña.
6- Las madres que se quejan en la puerta de la escuela de todo lo que pasa tras las rejas de la misma y en la reunión de padres están totalmente de acuerdo con la maestra, la institución, los compañeros de sus hijos, el mundo en que vivimos y la política global... y cuando ponen un pié afuera arremeten de nuevo. A esas además las considero cobardes..
7- Las madres que creen que sus hijos/hijas son Messi y las tratan como Messi y se pelean con cuanto árbitro, docente, compañerito, institución vaya en contra del futuro "brillantemente planeado por ellas" o se interponga ante su hijo y la Ferrari... (en este sub grupo también hay muchos varones)

8- Las derivadas de las nº 3: las que se creen dueñas de: el edificio donde habitan, la cuadra en donde está su casa, el pasillo en el que viven, el club a donde van sus hijos...la tipología es tan habitual que la encontré hasta en la película Horton y el mundo de los quién: La cangura. La que cree que se lo sabe todo y da todas las indicaciones.
9- La que limpia, cocina, atiende los 5 pibes, hace las compras, cose, borda, hace los disfraces, practica deportes, duerme tres horas y coge 4 veces por semana (cosa que dudo), ahorra, sale sola con el marido y viste pantalón blanco impecable y tiene críos de menos de 5 años...una sonrisa en los labios. Y además comenta que es nada más que "organizarse un poco".

10- La que te muestra los viajes all inclusive por todo el mundo, con amigas, con el marido, con lo suegros, con el perro. Sus hijos conocen Disney porque van a Miami todos los años y ya los aburre y a la hora de cobrarle te dice. ¿20 pesos? ¿no será mucho?
11- La que te explica como sus hijos solicitaron solos sacarse el pañal a los 8 meses, se entretienen 3 horas jugando o dibujando solitos. No ven TV (una primera etapa de la nº 4) siempre le dicen: "si mami", y te habla de la importancia del diálogo y la comunicación, en post de la excelencia de la educación, mientras el nene va insultando pateando TUS cosas y comiéndose los mocos.
12- Las técnicas ecógrafas. Esas que desde el momento en que se enteraron del embarazo te dicen que la "ecografía se ve re clarita" y empiezan a pasártela y son imparables...luego todo el video del parto, las fotos del pibe en 3000 posiciones cuasi idénticas...ni les digo las del viaje a Europa: te hacen ver las 5000 fotos explicadas.
13- La viva. Es la que te pide que "ya que vas a librería le compres los 4 mapas a SU hijo". Empiezan con el: "vos ya que podés" y "ya que estás" le llevés su hijos al cumple escolar en el otro pueblo y después ella lo pasa a buscar A LA NOCHE por tu casa. A estas hay que explicarles que las mamás hacemos "rondas" no "sogas" porque sino las ahorcaríamos.
14- Las que te invitan a la fiesta que hacen con 300 invitados, en un salón con 6 payasos, 2 comedias musicales, 4 cambios de vestuario y el grupo La Mosca en vivo y es el festejo de la comunión del nene (que además toma la comunión con el tuyo y a tu casa van los parientes a darles un beso y tomar el té) y tu hijo no puede faltar a SU fiesta de comunión y te generan un bolonqui familiar.
15- Las que les IMPONEN a un hijo un ídolo (no el ídolo elegido por el hijo) y lo visten, peinan y le compran (el disfraz, el álbum, el sacapuntas, la mochila, la escarapela, los zapatos, las curitas, las sábanas, el pijama, el buzo, el CD, etc, dejando su casa parecida la de la productora del ídolo) pero a la hora de llevarlo a ver el espectáculo te dicen que no los llevan porque "no apoyan o comparte ese ídolo efímero y vacío. Traducción al español: no querés gastarte menos del doble de lo que te costó todo lo anterior en una platea (porque una popular ni loca porque "el nene" no ve") Además te enteraste que la nena/nene paga.
16- Es especial para madres de mellizos, trillizos, etc. La que te dice: yo los tuve tan seguiditos que es como si fueran mellizos. ¿Los diferencias?, ¿Cuál es el bueno/malo? ¿Comen los dos? y toda esa manga de bolufrases que conocemos.
17- Las amigas de todo el mundo: si hubo un accidente en el piso 2 ellas son amigas de la hermana de la prima y saben exactamente que pasó. Si renunció la directora del club Pituto de patín, ella es hermana de la cuñada de la que va a ser la nueva directora. Saben de antemano cosas innecesarias de saber previamente: el libro que van a usar en 7mo, cuando tus hijos están en 4to.
Son hijas de la hermana de la prima de todo lo que sucede de actualidad (trágico es mejor, su fuente suena más a placas rojas de Crónica TV)
18- Las que citan a sus madres como fuente....y tienen 46 años: mi mamá me dijo, mi mamá me dice, mi mamá opina, mi mamá...
19- Las previsoras: en octubre tienen los certificados médicos para el año entrante, ya preparados los uniformes, saben donde van a ir de vacaciones de invierno y tiene hecha la reserva.
Hay un subgrupo que son las que "saben que en febrero se embarazan, será una nena le pondrán Rosalinda y la madrina será Lilian y Laurencio y los bautizará el padre Pedro el sábado 15 a las 16 hs) y yo no sé que voy a hacer de cenar esta noche.
20- Las que creen todo lo que ven por TV sin cuestionarse nada, lineal, lineal y te lo repiten como loros...por ende los Beatles deben vivir porque yo los ví en un especial la semana pasada.
21- Las que no tienen hijos y te explican como criar a los 3 tuyos y lo que hay que hacer y lo que no. Ellas no tienen porque no quieren, pero la teoría de ellas es perfecta (te los dejo una semana y después hablamos)..

Las mujeres que detesto (continuación) Ahora con colaboraciones de mujeres varias



22- Yo odio a las mujeres-madres que no te dejan meter bocado nunca (Laura Milazzo)
23- Las que se ocupan de comprar los regalos del día del maestro para enchufarle a la maestra lo que ellas venden, ejemplo: tienen casa mayorista de lencería y todos, todos los años clavan a la seño con un camisolín de leopardo y aclara algo desopilante.
24- La que te dice para el acto: mi nene va disfrazado así nomás con el jogging negro y la zapas negras de fútbol, vos hacés lo mismo con tu hijo y después caen el día de la fiesta patria con nene vestido de jacket, con galera de paño, chabot impecable y zapatos de charol, todo recientemente alquilado.
25- Las que siempre le pusieron a sus hijos una vacuna más que vos a los tuyos y te hacen sentir mala madre porque vos nos tenés idea de para qué sirven.
26- La que te dice para el acto: mi nene va disfrazado así nomás con el jogging negro 27- La que en la repartija de las cosas que hay que llevar para el experimento en grupo, le dice a su nene: vos aportá los trapitos, el rolisec y la cuchara. Avisále a los demás que se repartan el resto de las cosas, y lo demás era: vaso de precipitados de 250 ml., vaso de precipitados pequeño, tubo de ensaño grande, luna de reloj, trípode y rejilla, mechero, agitador de vidrio, alcohol metílico.
28- La que siente que la graduación de 7mo grado es "el evento del año" y SU fiesta, como si los chicos ya hubieran concluido los estudios para toda la vida y quieren contratar fuegos artificiales, banda en vivo, decoradora de interiores para el salón de actos y menú como para la realeza...(con esa misma que ya te agarraste porque no quería el clásico Carlos Paz sino un viaje más cool.)
29- La que espera que compres el workbook de inglés, para luego pedírtelo prestado y hacer fotocopias para TODA LA ESCUELA.
30- La que desubica a su hija mandándola al campamento del cole con la Samsonite rígida roja de rueditas.
(Diana Urcola)
31- Detestables, las que se quejan de la maestra, la suegra, la cuñada, el marido, el colegio, el tránsito, el gobierno, los vecinos, el tiempo, la TV y nunca se permiten ser felices. (Martha Ferrari)
32- La que no se anima a contestar nada, dando su opinión y espera que el resto opine, diga, conteste o se queje para apoyar SIEMPRE al grupo mayoritario. (Florencia Bianchi).
33- La que te manda un msj el domingo a las 22 hs: fulanit@ faltó el viernes, ¿qué hay de tarea? Como si la tarea se podría pasar en un msj de texto... O te pone que no te llama porque tiene poco crédito y vos tenés que gastarte el tuyo.
34- La madre hecha una lady, ropa super top, uñas pintadas impecables, pelo limpio y brilloso, y sus pibes unos zaparrastrosos, siempre con todo heredado, ropa grande, desteñida. (Julieta Picco)
35- Las que te dicen que sus hijos "comen como pajaritos" porque ellas detestan cocinar y pueden vivir a agua y manzana una semana entera y el pobre chico va a tu casa y arrasa con lo que le pongas adelante, jamás dice que no le gusta algo, mientras los tuyos te la complican porque esa galletita de chocolate con carita de frutilla no, mejor las de vainilla. (Julieta Picco)
36- Las que le dan contraordenes a tus hijos en vivo y en directo y te hacen quedar como una HDP! Ejemplo, Yo: No Fulanita a upa no que mamá esta cansada. Y mami "piola": Vení, vení que yo te hago upa "pobrecita"! (Lau Migliaro)
37- Las que se ponen de acuerdo y "promueven" una relación sentimental entre nenes de 4 años.
38- Las que compiten con la hija adolescente a ver quién es más diosa. (Laura Castiñeira)
40- Las que para ir a cenar con amigas de por ejemplo de la escuela, les dejan al marido la comida hecha, los pibes bañados, despiojados acostados y dormidos y la mesa puesta. Llega 3 hs más tarde a la reunión y se va temprano porque sino va a dormir 4 hs nomás.
41-Las que se levantan a las 5 a.m. y salen a trotar antes de mandar los pibes a la escuela y te quieren hacer creer que es re saludable (llegan a la escuela con el último jogging, de la última temporada y las zapatillas del último catálogo). (Florencia Bianchi)

42- Las que tiene el mejor pediatra del mundo y te tiran comentarios como ¿lo vacunaste? Nooo!! Mi pediatra me dijo que esa vacuna causa malformaciones. (Liana Britos)
43- Las que ponen de excusa el embarazo de sus hijos para estar gorda, pero sus hijos ya están por cumplir 8 años.
44- La que no sale sorteada para acompañante en la excursión escolar, entonces decide que su hija no viaja y viaja con ella en su auto persiguiendo al micro y va de prepo a la excursión.
45- Las que en la reunión por el viaje de grado, interrumpen varias veces para confirmar si los chicos van a dormir en somier, o de que alto es el colchón de las camas y te enterás de que salen siempre en carpa. (Gabriela Bianchi)
46- La perra que sale de la clínica después de parir (mellis!) con cintura de avispa y lomazo. (María Eugenia Oyhamburu) (María Sussini aclara Mercedes Quaglia)
47- las que te paran apuradas y te dicen: necesito juntarme con vos 5 minutos para contarte algo que no lo vas a poder creer, pero ahora no tengo tiempo, nos juntamos en la semana. Y cuando le decís: "tírame los títulos", te dice que no, que hay mucha gente y es largo y te deja con la espina
48- Las madres pedagogas. Esas que en las reuniones de padres preguntan cosas como: "¿Y eso lo trabajan con una pedagogía constructivista? o ¿qué método pedagógico-didáctico usan para la enseñanza de la tabla de tres simple? (Vale Dotro)
49- La que te da consejos sobre la pareja y la familia y es una solterona que en su vida le viste un hombre a cinco manzanas a la redonda. Hasta sus mascotas son hembras porque algún defecto le encuentra a los machos. (María Eugenia Juarez Acheritobehere)



miércoles, 14 de agosto de 2013

Y entonces, ¿para qué te vas?


 
 
Estoy de viaje. Por trabajo pero no por obligación. Es una invitación asociada al trabajo pero podía haber dicho que no. No viajo mucho pero siempre que lo hago me pasa lo mismo. Llega la propuesta, pienso si puedo, quiero, conviene, lo hablo en casa, vemos cómo sería y digo que sí.

También, lo que siempre me pasa es que parto de un gran entusiasmo inicial y cuando se va acercando la fecha me agarra la angustia. Porque son varios días, porque el niño me va a extrañar, por la organización familiar, etc., etc., etc.

El primer paso, entonces, es la obsesiva planificación de todo lo y los que se quedan aquí: menúes, actividades, cambios de horarios, notitas en el cuaderno, 28 papeles en la heladera con indicaciones varias y arrojamiento permanente de datos e información al padre de la criatura de cosas que hay que tener en cuenta. Ya sé, de memoria, que todo va a estar bien, que la mitad de mis notas no serán leídas ni seguidas al pie de la letra, que los menúes pueden cambiar y que todo, de todas formas, seguirá su curso.

Esta vez, le sumamos que en el momento de la invitación y la decisión, todavía no había embarazo, por lo tanto Vicente no estaba tan pegote y mamero, ni yo tan sensible.
Entonces pasó lo de siempre. Largas y monotemáticas notas y recomendaciones, organización y sugerencias y la angustia de las horas previas.
Y ahí, justo antes de que llegara el remise para Ezeiza escuché la pregunta "¿y entonces para qué te vas?"
Y a mí me quedó rebotando el ¿por qué me voy?

Estas son algunas de las respuestas que fueron apareciendo desde que me subí al avión:
-  Me voy porque me gusta mi trabajo. 
- Me voy porque es una hermosa oportunidad de conocer gente, lugares, experiencias, diversidad de miradas, maravillosas obras.
- Me voy porque está bueno bañarse durante media hora en un cuarto de hotel y pasarse otra media hora poniéndose crema sin que nadie te abra la puerta.
- Me voy porque también está bueno, de vez en cuando, no pensar que quedó en el frezeer para la noche y sentarse a comer sin saber qué vas a comer.
- Me voy porque son pocas las veces en que puedo agarrar un libro y terminarlo en las dos horas y media entre que arranca el pre-embarque y aterriza el avión.
Pero también,
- Me voy porque tengo al lado a un hombre maravilloso que me apoya, me banca, me sostiene.
- Me voy porque mi hijo tiene un padre maravilloso que puede apoyarlo, bancarlo, sostenerlo y mimarlo.
- Me voy porque sé que está bueno disfrutar el laburo y apasionarse con él, al menos cuando las circunstancias lo permiten.
- Me voy porque sé que a pesar de extrañarme y enojarse, nada va a ser mejor para Vicente que tener a una mamá capaz de ser feliz y disfrutar más allá de la maternidad.

Y además, por supuesto, le van a encantar los regalitos.

sábado, 10 de agosto de 2013

El show de las vaginas

Desde que el blanqueo se hizo efectivo, el embarazo empezó a tener una presencia constante, aunque no permanente.
Las preguntas y comentarios van desde ¿cuánto falta para que nazca el bebé? o ¿va a dormir con vos en tu pieza?,  hasta comentarios del estilo "yo no lo voy a matar el bebé y le voy a prestar mis juguetes".

Pero una de las más recurrentes es si me van a cortar la panza. Como madre progre y a favor de la educación sexual desde pequeños, me dediqué un rato a explicarle que los bebés no nacen siempre por la panza, que en realidad la mayoría de las veces cuando el bebé está preparado, también se prepara el cuerpo de la mamá y bla, bla, y que entonces sale por la vagina de la mamá y etc., etc.
Y también le conté que "vos naciste de esa forma por la vagina, pero a veces no se puede por algún motivo entonces ahí si, le cortan la panza  a la mamá y el doctor saca a los bebés de esa forma. Por ejemplo, tus primos Facu, Pepe, Agos y Santi, nacieron así, por la panza."
 
A partir de ese momento nos podemos encontrar hablando de vaginas en cualquier lado, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Hace unos días por ejemplo y de la nada, me comentó, "pobres mi primos que no pudieron salir de la vagina de las tías".
O ayer mismo a la hora de levantarse para ir al jardín y mientras yo lo perseguía con la chocolatada caliente y la tostada, me dijo que él no quería levantarse y que quería volver a entrar para salir de la vagina.

Así que sépanlo mujeres cercanas, hermanas, madre, amigas, compañeras, sus vaginas están siendo un gran tema de conversación entre mi hijo y yo. Y es posible que cuando se crucen con él qiuera saber alguna historia de ellas y sus acciones maternales.

No se preocupen. Cuando empiece a querer saber acerca de sus intimidades sexuales, y de cómo hicieron ustedes para que sus hijos entraran en la panza, les aviso.

martes, 6 de agosto de 2013

El "mata bebés"

Ahora que todo está blanqueado y que todos sabemos que "el bebé" está en la panza y hay que esperar, la cosa parece estar más relajada.
Se habla de nombres, de cuándo va a nacer y de qué vamos a hacer para las vacaciones. Definitivamente la primer molestia para los hermanos es que el crío llega en febrero así que las vacaciones "bien, gracias".
Vicente parece contento, de vez en cuándo pregunta, a veces se acerca a la panza y pregunta "¿hay alguien ahí?", otras quiere "verlo ahora" y también quiere saber "cómo llegó el bebé ahí adentro".
Pero también juega con sus cosas y parece olvidarse del tema. Ayer jugaba con sus muñequitos y mientras organizaba una pelea entre el hombre araña y el hombre arena, decidió incoporar a un nuevo superhéroe: "el matabebés". Sí, sí, así de sútil.

Todas las madres deben tener infinidad de anécdotas de ese tipo. ¿Quién se copa y cuenta las suyas?
Avanti compañeras!!

viernes, 2 de agosto de 2013

Y llegó "la 12"

Finalmente se cumplieron las doce semanas y llegó el momento de anunciar públicamente la gran noticia. Sobre todo porque ya podíamos contárselo a los chicos. Esa era nuestra ingenua decisión.
Sin embargo, dos días antes del día D, Vicente decidió marcar la cancha. Volvió al jardín después de las vacaciones de invierno y cuando todos contaban sus novedades, él se paró y dijo "mi novedad es que voy a tener un hermanito y se va a llamar Juancito". Aplausos, besos y felicitaciones de maestras, celadoras y directora. Todos contentos. Aunque lo cierto era que nosotros no le habíamos contado nada aún.

Decidimos cortar el relato esquizofrénico y legalizar la noticia con los tres hermanos, aunque que faltaran unos días para las ansiadas "12".
Así que en medio de la cena y nerviosos como cuando éramos chicos y teníamos que decirles a nuestros viejos que nos habíamos sacado una mala nota, lanzamos el notición. Fue sin derramamiento de sangre.

Cada uno tiró sus apuestas de sexo, nombres, lugar que ocuparía en la casa y otras yerbas.
Pero la posta la mandó Toto, el hermano del medio, que con su sonrisa con ventanita y señalando el lugar vacío de la mesa rectangular dijo: "ahora vamos a completar la mesa".

miércoles, 31 de julio de 2013

Esto es oficial

Llegamos a la semana 12. Y con tres meses de embarazo cumplidos, aquí van algunos de los post que permanecieron ocultos en estas últimas semanas.

Salir del clóset

Después de largas discusiones y negociaciones, llegamos a un acuerdo. Una vez hecha la nueva ecografía y con la semana 9 cumplida, podíamos salir del clóset con la noticia del embarazo, al menos entre los adultos de la familia y siempre con la condición de que la noticia no se dispersara en dos segundos y no llegara a los más pequeños.
De todas maneras el "cuándo" comunicárselo a los más chicos era también una discusión a saldar. Los que dicen que hay que esperar, los que dicen que es peor porque total ya lo saben de algún modo, entonces mejor confirmarles, etc. Bah, los que dicen. Siempre dicen.
Y ahí, de repente, vino a mi memoria de manera clara, clarísima, algo que había olvidado: el embarazo es una de esas situaciones casi universales en las que todos y todas (pero sobre todo, todas) las personas del universo creen o más bien están seguras de su derecho a opinar.
Así que obviamente, desde las abuelas y hasta la maestra del jardín, todo el mundo tuvo algo que decir o algo que opinar.
La más polémica de todas y con quien más me tuve que contener fue la psicopedagoga del jardín. En medio de una conversación por temas varios y tratando de dilucidar algunas cuestiones de los cambios de Vicente en los últimos días, le comentamos del embarazo y le aclaramos que aún el niño no lo sabía. Con su mejor cara de Dra. Columpio y después de mirarnos con ojos cuestionadores, nos dijo seriamente "¿y hay algún otro secreto en la familia?". Sí, estuve por decirle, soy la amante de Mangeri y lo ayudé a trasladar el cadáver. Pero me contuve. 
Bienvenida una vez más, me dije, al terrible mundo de la opinología sin filtro.
Sin embargo aquí estamos. Estoicos con la decisión, transitando la semana 11 y esperando ansiosamente a la próxima semana para, definitivamente, salir del closet.

El segundo no es lo mismo

Las dos rayitas fueron ya hace 15 días. Todavía no vi al obstetra pero está todo fríamente calculado. Hoy miércoles se cumplen las siete semanas, mañana jueves hacemos ecografía y después directo al obstetra. Todo cronometrado: 11.30 la eco, 12.15, doc. Di quinientas vueltas con los turnos, para que todo cerrara, Diego pudiera venir, Vicente estuviera en el jardín, etc., etc., etc.
Pero bueno, parece que después de 4 años, todavía no aprendí que los niños (afuera o adentro) son capaces de cambiar cualquier tipo de plan por más sesudamente organizado que este haya sido.
Miércoles. Tres de la tarde. Suena mi celular y veo número de mi padre. Cosa extraña. Atiendo. "Te quería avisar rápido para que te organices porque mamá está eferma, con fiebre, descompuesta, etc." Mamá era la encargada de retirar al niño el día jueves y quedarse con él toda la tarde, hasta la hora de música. Papá en general también participa pero después del laburo. Además, estando mi vieja así, alguien iba a tener que quedarse con ella.
Y ahora, ¿quién lo busca?, ¿quién se queda?. Mensajes variados a hermanas, sra. que lo cuida el resto de los días, clínica para ver si hay alguna posibilidad de cambiar el turno. Nada.
Voy sola a la eco, voy sola al obstetra. Total ya sabemos más o menos lo que nos va a decir. Esta eco todavía no se ve nada y bueno, alguien tiene que buscar a Vicente.
Obvio que este era el horario que peor me quedaba en toda la semana y que sólo lo saqué para que pudiéramos ir juntos.
Ya te dije yo. El segundo no es lo mismo.

Las dos rayitas

Lo habíamos pensado mucho y cuando nos decidimos y creímos que iba a ser rápido, como la vez anterior, la cosa tardó. Dos, tres, cinco, seis, siete meses. Esta vez tenía una percepción diferente y si bien suelo ser excesivamente cautelosa  e insegura, al segundo día de atraso ya estaba sospechando.
En realidad el que la tuvo clara desde el principio fue Vicente que hacía ya un mes que habia empezado con la historia de "yo quiero un hermanito que sea niño como mí", "hay que esperar a que el hermanito crezca en la panza" y "quiero un hermanito para ir a surpear a La Paloma".
Igual obviamente esperé. Pero pasada una semana y con inidicios por todos lados hicimos el evatest.
También esta vez fue diferente, me temblaba la mano mientras esperaba los cinco minutos, la segunda rayita era muy suave y estaba tan nerviosa que me di cuenta de que cada vuelta es distinta y nunca sabés cómo te va a pegar.
Abrazo, emoción y besos. Debates acerca de cuánto esperar para contarlo y la inevitable pregunta "¿será nena?".
Ahora, lo que inmediatamente se me hizo palpable y visible es de qué manera tan fuerte dos rayitas te pueden cambiar el foco.
Había estado durante todo el día obsesivamente preocupada por un tema de la escuela de Vicente, la maestra y etcs. Inlcuso había estado pensando que, al otro día en análisi,s iba a arrancar con ese tema, quería hacer consultas a ver cómo manejarlo y qué posición tomar. Y de repente, después de dos rayitas, el frente había cambiado. Ahora todo eran cálculos de fechas, turnos que tenía que pedir, hipótesis acerca de qué y cómo iba a ser. Y entendí muchas cosas. Entendí que esa intuición que venía teniendo de mi hipermirada de madre de hijo único (por más que Vicente tenga dos hermanos, está claro que mi mirada es de único) podía modificarse. Y entendí que eso podía ser muy sano. Percibí también que se puede amar profundamente a más de un hijo (confieso que era una de mis preocupaciones a la hora de pensar en un segundo hijo: "¿cómo voy a amar a otra persona tanto como lo amo a Vicente?) o al menos que las preocupaciones se multiplican, los pensamientos de distribuyen, el amor se reproduce y las dos rayitas pueden abrir inifnidad de frentes.
Eso sí, pasada la emoción inicial, volvieron de manera obsesiva la preocupación por la maestra, la escuela, los mocos, la tos, los caprichos, en fin....que madre hay una sola. Obsesiones...un montón.

martes, 2 de julio de 2013

A propósito de "antes de la medianoche" y los conflictos ensamblados

Fui ansiosa a ver "Antes de la medianoche". Me acordaba muy bien de las otras dos, y también de las situaciones en las que las había visto.
La primera, hace 18 años, entrando en los 20, enamorada, facultad de sociales, con novio compañero de la carrera y con sueños hippies de viajes por el mundo y encuentros locos. Por supuesto, salimos diciendo "viva el amor" y con la sensación arrolladora de toda la vida por delante.
La segunda, casi 10 años después, la ví recién separada de ese mismo novio, ya profesional, pensando qué rumbo tomar y cómo había llegado hasta ese lugar.
Me acuerdo del sabor amargo que me dejó la idea de dos vidas que hacen caminos paralelos y del "fue lindo mientras duró".
Ahora, otros 9 años después, volví a ver qué había sido de esta pareja. No había leído antes ninguna crítica, así que no sabía de qué iba. Ellos dos, juntos, con hijas mellizas de 7 años y un hijo de él, de 13, de su anterior matrimonio. O sea, pareja establecida, ensamblada, con hijos de él e hijas en común. Es decir, una situación muy similar a la que atravesamos nosotros dos, los que mirábamos desde las butacas.

Por supuesto que me pegaron escenas como la de Celine sacada haciendo reclamos de mujer, madre, trabajadora e incomprendida, o la de ellos dos caminando y charlando de la nada misma y pensando cuánto tiempo hacía que no hablaban de algo que no fuera horarios, obligaciones, hijos y escuelas.
Sin embargo y pensando un poco en este blog, creo que hubo algo acerca del ensamble que caló profundo. En realidad son aquellas cuestiones que tantas veces nos preguntamos las ensambladas con separados con hijos de relación anterior y que cada tanto vuelven a escena:

¿Se puede no sentir culpa cuando algunos aspectos de nuestra vida familiar no incluyen necesariamente a los hijos anteriores?
¿Es posible que ante las angustias y preocupaciones del padre por sus hijos anteriores o por cualquier cuestión relacionada con ellos, las mujeres no tengamos esa sensación rara de que algo tendremos que ver en eso?
¿Y hay algún modo de que decir todo esto no implique que los demás crean que esos hijos no nos importan o no son amados profundamente como parte de nuestra familia?

Probablemente un poquito de todo eso perdure por siempre. Otra parte se puede ir puliendo y suavizando con las experiencias que atravesemos. Y también, por supuesto, dependerá del vínculo que los padres de esos chicos tengan entre sí, del vínculo que nosotras, las mujeres ensambladas podamos ir construyendo con esos chicos, con el saber estar, pero saber retirarse a tiempo, con la relación que estimulemos entre los nuevos hijos, los "en común", con sus hermanos y con la vida misma: lo económico, los tiempos, los días, las formas de crianza, etc.

Es posible que una y otra vez, antes diferentes situaciones reflote la culpa, la duda, los porqué. Pero es probable, también, que algo parecido ocurra en las famlias no ensambladas, las "tradicionales", en las que las madres y padres se cuestionen muchas veces las decisiones en relación con sus hijos, los vínculos entre ellos, lo económico, los tiempos, las formas de crianza y todo lo demás.
 
Como dice Jesse casi al final de la película la vida que tenemos no es perfecta, pero es la vida real.  Tal vez, ya seamos tradicionales o ensamblados, solo se trate de eso. De atravesar, como podamos, la vida real.

viernes, 28 de junio de 2013

Participación culposa y sentido del ridículo

Las mujeres que laburamos muchas horas, tenemos intereses varios, actividades y además hijos, solemos correr entre el agotamiento y la culpa, las ganas de estar presentes y las ganas de estar más bien en otro lado, el interés por el jardín, la escuela y las actividades extra y la férrea voluntad de que no nos insistan con la participación.
En esa precisa disyuntiva estaba el día en que acepté la propuesta y respondí el mail diciendo que sí, que me anotaba en el grupo de teatro de mamis para hacer festivales musicales en el jardín.
Después no pude ir a la reunión y entonces más o menos me fui manejando por mail y así mandé dos canciones -con video y todo- de las que escucha Vicente, como para que eligieran alguna para el festival. Y supuse que con eso más o menos estaba saldada la cosa.
El tema fue cuando mandaron la notita para ver en qué sub-grupo nos anotábamos. Escenografía: es el día de hoy que no puedo cortar derechita una hoja de papel, dibujo figuras humanas con palitos y mi prolijidad es igual a cero.
El otro grupo era: actuación. No tenía escpatoria.
Por suerte "el grupo de teatro" no tiene ensayos ni muchas reuniones. Es más o menos libre, se bailan las canciones y chau. 

Yo por supuesto había elegido una que le gusta a mi hijo pero que no es de ninguna de los cantantes o grupos masivos. Ni Topa, ni Adriana, ni Muni. 

La alternatividad musical que uno intenta meterle a los hijos te puede jugar muy en contra. Muy linda la cancioncita no marketinera pero no la conoce ninguna mami.
Así que la siguiente nota decía: vos hacés de sapito rockerito (gracias Marie Chintalo) y nosotras te hacemos de músicos, atrás.
Me resigné. Como tantas veces. Busqué un sombrero que desviara la atención y como el sapo es rockero con la campera de cuero y un micrófono fue suficiente.
LLegamos al jardín con bolso, disfraces, niño y padre. Apenas cruzamos la puerta, Vicente notó que pasaba algo raro. Madres ridículamente vestidas iban y venían, sillas, música...
"¿Me acompañás a la sala?, no quiero que te vayas". Entre llantos y mamitis, fue la hora de dar de baja la sopresa y contarle que mami se tenía que ir a cambiar porque tenía que actuar.
"Buaaaaaaaaaa. No quiero. Quiero que te quedes conmigo". "No quiero que subas ahí", repetía incansablemente.
Definitivamente mi hijo tiene desarrollado un alto sentido del ridículo. Al menos más desarrollado que el mío y quería evitar por todos los medios semejante humillación.
Finalmente lo logramos. Corrí rauda a ponerme el sombrero y subí al escenario.
Canté y bailé el sapito rockerito con total desparpajo mientras, durante toda la canción, Vicente se quedó upa del papá mirando hacia la pared opuesta al escenario.
Ni sueñen que voy a poner alguna foto. Les dejo el videíto de la canción, por si quieren imaginarlo.


domingo, 2 de junio de 2013

Cuarteto de Moscas o la "diversidad musical materna"


En el último mes fui a dos recitales, y si bien las dos bandas me gustan mucho, en ambos casos fui en calidad de acompañante.
El primero, Papando Moscas, banda fetiche de Vicente. El último, El Cuarteto de Nos, para acompañar a Juanma, hijastro mayor.
Mientras canturreaba algunos estribillos -o algunas palabras sueltas- del Cuarteto de Nos, pensaba que, en el concierto anterior, el de los Papando me sabía todas las letras, casi enteritas, de memoria.
Pensaba, también, cuándo había dejado de saberme letras de "bandas del momento" de memoria, cuándo había empezado a parecerme molesto estar parada tres horas en un recital, cuándo había empezado a mirar como experimento sociológico a un grupo de adolescentes acalorados haciendo pogo y cuándo me había parecido mucho mejor estar sentadita en una mesa comiendo pochoclo mientras cientos de niñitos gritaban "cabeza de chorlito", que estar en un tribuna del Luna Park un viernes a la noche.
No hay, seguro, una sola manera de responder esas preguntas. Ni tampoco todas las respuestas tienen que ver con la maternidad. Muchas, obviamente, tienen que ver con los años, lo cuál es bastante peor.
Sin embargo, y eso sí que es parte del "asunto madre -o madrastra-", lo que es seguro es que algo de una misma se va transformando (podemos evitar que se pierda) y que los gustos, las salidas, los tiempos, la vida van tomando unos caminos que nos pueden llevar irremediablemente hacia unos gustos, unas salidas, unos tiempos y una vida muy diferentes a lo que planeábamos años atrás.

Tampoco es para desesperar, amigas. Siempre es posible colar un tema entre disco y disco del niño, durante un viaje en auto, o aprovechar que se va a dormir temprano para elegir un programa de tele, o dejarlo en algún lado para elegir -sin intermediarios- qué banda ir a ver un fin de semana.
Eso sí, cuando eso ocurra nuevamente, voy a asegurarme de que no sea en una tribuna, ni un viernes muy tarde, y que en lugar de asientos de cancha haya mesas, sillas y un mozo que en vez de pochoclos, traiga un buen vino para acompañar.
Mientras tanto, les dejo unos videítos de las últimas bandas que fui a escuchar, para que también disfruten y aprecien que la maternidad es una excelente forma de ampliar los horizontes culturales y musicales.
 
Cabeza de Chorlito
 

Pobre papá



 
 
 

sábado, 25 de mayo de 2013

"Mi" década ganada (y sentimentalismos varios)

Un 25 de mayo de hace exactamente 10 años, mientras Néstor hacía malabares con el bastón, yo vivía una profunda tristeza.
Después de una nohe larga de charlas y llantos, y de 12 años de noviazgo y 3 de convivencia, decidíamos con mi pareja que había llegado el momento de la separación.
Me acuerdo muy bien de las decisiones prácticas de último momento en el living reciclado del ph que había sido la primera vivienda propia para ambos, mientras en la pantalla de la tele se sucedían los discursos.
Si bien era una decisión recontra analizada y que no tenía vuelta atrás, me acuerdo que la sensación era de final absoluto, de cierre, de clausura.
Diez años después y en medio de esta coyuntura política particular y de las disputas entre década ganada o década pérdida o década más o menos, me vino a la cabeza la profunda transformación que yo atravesé en esta década.
Tal vez la más violenta haya sido la de pasar de ser una joven profesional sin hijos a una madre de familia, con marido, hijo e hijastros, casa grande, auto familiar y perro. Y esto, por supuesto, no lo digo desde un perfil "susanita" sin intereses más profundos que el de la maternidad.

Muchas veces pienso que en esta década pasé por una separación dolorosa, mudanzas varias, historias amorosas, cambios laborales importantísimos, desafíos profesionales, cantidad de nuevos amigos, profundas convicciones puestas en marcha en proyectos que son laborales pero también políticos, el encuentro de mi gran amor y la puesta en marcha de la familia.
La década tuvo de todo. Fue una década fuerte. Y sobre todo con unos últimos cinco años arrasadores. Digamos que dentro de la década, el último plan quinquenal fue verdaderamente revolucionario. Casi me cuesta imaginar cómo fue que en cinco años me enamoré, conviví, me casé y tuvimos un hijo que ya tiene casi 4.
Nada es ya como era entonces. De eso no hay dudas. Pero a pesar de la falta de tiempo, de las histerias, desafíos, agotamientos y cuestionamientos de la maternidad y de la vida familiar, para mí, esta última fue una década ganada.
Y de eso, tampoco hay dudas.