miércoles, 1 de agosto de 2012

¿Quién dijo que es fácil?


¿Qué tal si nos guardamos una semanita para el invierno? ¡Dale! así descansamos un poco y paseamos con los chicos. Genial. A costa no, hace frío. Mejor nos quedamos y vamos al cine, alguna salida cultural, un poco de parque. Hecho. ¡Qué bueno! Una semana de vacaciones de la familia unida.

Empieza el Rally de invierno. Abróchense los cinturones.

Día 1: busquemos algo que podamos hacer todos juntos. Cine por ejemplo. A Vicente le gusta y los más grande quieren ver la Era del hielo. Shopping, 16.30 hs. Gente. Niños. Pochoclos. Prueba superada.

Día 2: ya que estamos de vacaciones también podemos aprovechar para hacer cosas de la casa no? Dale, llamemos al techista, al plomero y también a alguno que venga a revisar el techo. Hay ratas. 
Genial. Gremios a la mañana. A la tarde, Feria del libro. "¡Yo quiero de dinosaurios: éste, éste", dice Vicente mientras agarra libros grandes, de tapa dura, troquelados y con transparencias. No, definitivamente, no hay manera de explicarle que "estamos asistiendo a un gran evento cultural donde nos encontramos con los libros y los autores" y no a la feria del Parque Rivadavia.

Día 3: - ¿Vamos a Tecnópolis? - Dale, vamos temprano porque después se llena de gente. - ¡Uy! Pero a las 11 viene el de las ratas. - Ok, vamos más tarde. 
Tres de la tarde: madre, padre, hijo menor, hijo del medio del padre, más primo: todos a la "maravillosa feria de la ciencia, el arte y la tecnología". Después de todo, una salida muy cultural. A lo largo de la tarde, Vicente amplió su lenguaje con nuevo vocabulario: fila, cola, hilera, turno, espera, paciencia. ¡Quedáte quieto y esperá r! Y también aprendió que con una madre en vacaciones de invierno en medio de una horda de niños histéricos, ¡no se jode! 

Día 4: ¡Vamos a La Plata oh, oh, oh, oh, oh! Los grandes quieren conocer el estadio único.¡Qué buena idea!  Y después pasamos por el Museo de ciencias a ver dinosaurios. Plan perfecto, todos contentos. 
Oh-oh: los jueves el estadio está cerrado. Bueno, no importa. Vamos igual. Viaje. Museo. Corrida por pasillos, monos, huesos, dinosaurios, bestias salvajes. Bien, zafamos. Todos más o menos contentos. Almuerzo. Pasada por el estadio. Dice el padre: ¿No se quieren sacar foto en la puerta? "NO", dicen los niños con tono de "¿hasta La Plata para sacarme una foto en la puerta?". Seguimos. La república de los niños: más niños, más niñas, más padres, más madres, más filas, más colas, más hileras. ¡Corran chicos que hay mucho verde. Griten, salten, ¡corran!
Día 5: Teatro: Quijote. Genial. Sin derramamiento de sangre. Camino de vuelta: "ya que estoy de vacaciones llevo a los chicos a sus actividades que nunca puedo, no?", dice el padre. - Sí dale, andá. Taekwondo a las siete para uno, fútbol a las nueve para el otro. 
Yo me quedo en casa. Un momento de reláx: Vicente se baña, juega, habla solo, se ríe. Su madre, tranquila, con la puerta del baño entreabierta, chequeá mails. Ruido de agua. Mucha. "Mamá ahi a fía". Agua que sale por debajo de la puerta: baño inundado, niño helado.

Fin de las vacaciones. Domingo a la noche. Chicos durmiendo. Todo preparado para el comienzo de clases.
Madre acostada, velador encendido, libro en mano. Concentrada, interesada, inquieta, culposa, lee a un prestigioso obstetra que tituló su libro: "¿Por qué tenemos hijos?"