viernes, 28 de junio de 2013

Participación culposa y sentido del ridículo

Las mujeres que laburamos muchas horas, tenemos intereses varios, actividades y además hijos, solemos correr entre el agotamiento y la culpa, las ganas de estar presentes y las ganas de estar más bien en otro lado, el interés por el jardín, la escuela y las actividades extra y la férrea voluntad de que no nos insistan con la participación.
En esa precisa disyuntiva estaba el día en que acepté la propuesta y respondí el mail diciendo que sí, que me anotaba en el grupo de teatro de mamis para hacer festivales musicales en el jardín.
Después no pude ir a la reunión y entonces más o menos me fui manejando por mail y así mandé dos canciones -con video y todo- de las que escucha Vicente, como para que eligieran alguna para el festival. Y supuse que con eso más o menos estaba saldada la cosa.
El tema fue cuando mandaron la notita para ver en qué sub-grupo nos anotábamos. Escenografía: es el día de hoy que no puedo cortar derechita una hoja de papel, dibujo figuras humanas con palitos y mi prolijidad es igual a cero.
El otro grupo era: actuación. No tenía escpatoria.
Por suerte "el grupo de teatro" no tiene ensayos ni muchas reuniones. Es más o menos libre, se bailan las canciones y chau. 

Yo por supuesto había elegido una que le gusta a mi hijo pero que no es de ninguna de los cantantes o grupos masivos. Ni Topa, ni Adriana, ni Muni. 

La alternatividad musical que uno intenta meterle a los hijos te puede jugar muy en contra. Muy linda la cancioncita no marketinera pero no la conoce ninguna mami.
Así que la siguiente nota decía: vos hacés de sapito rockerito (gracias Marie Chintalo) y nosotras te hacemos de músicos, atrás.
Me resigné. Como tantas veces. Busqué un sombrero que desviara la atención y como el sapo es rockero con la campera de cuero y un micrófono fue suficiente.
LLegamos al jardín con bolso, disfraces, niño y padre. Apenas cruzamos la puerta, Vicente notó que pasaba algo raro. Madres ridículamente vestidas iban y venían, sillas, música...
"¿Me acompañás a la sala?, no quiero que te vayas". Entre llantos y mamitis, fue la hora de dar de baja la sopresa y contarle que mami se tenía que ir a cambiar porque tenía que actuar.
"Buaaaaaaaaaa. No quiero. Quiero que te quedes conmigo". "No quiero que subas ahí", repetía incansablemente.
Definitivamente mi hijo tiene desarrollado un alto sentido del ridículo. Al menos más desarrollado que el mío y quería evitar por todos los medios semejante humillación.
Finalmente lo logramos. Corrí rauda a ponerme el sombrero y subí al escenario.
Canté y bailé el sapito rockerito con total desparpajo mientras, durante toda la canción, Vicente se quedó upa del papá mirando hacia la pared opuesta al escenario.
Ni sueñen que voy a poner alguna foto. Les dejo el videíto de la canción, por si quieren imaginarlo.


domingo, 2 de junio de 2013

Cuarteto de Moscas o la "diversidad musical materna"


En el último mes fui a dos recitales, y si bien las dos bandas me gustan mucho, en ambos casos fui en calidad de acompañante.
El primero, Papando Moscas, banda fetiche de Vicente. El último, El Cuarteto de Nos, para acompañar a Juanma, hijastro mayor.
Mientras canturreaba algunos estribillos -o algunas palabras sueltas- del Cuarteto de Nos, pensaba que, en el concierto anterior, el de los Papando me sabía todas las letras, casi enteritas, de memoria.
Pensaba, también, cuándo había dejado de saberme letras de "bandas del momento" de memoria, cuándo había empezado a parecerme molesto estar parada tres horas en un recital, cuándo había empezado a mirar como experimento sociológico a un grupo de adolescentes acalorados haciendo pogo y cuándo me había parecido mucho mejor estar sentadita en una mesa comiendo pochoclo mientras cientos de niñitos gritaban "cabeza de chorlito", que estar en un tribuna del Luna Park un viernes a la noche.
No hay, seguro, una sola manera de responder esas preguntas. Ni tampoco todas las respuestas tienen que ver con la maternidad. Muchas, obviamente, tienen que ver con los años, lo cuál es bastante peor.
Sin embargo, y eso sí que es parte del "asunto madre -o madrastra-", lo que es seguro es que algo de una misma se va transformando (podemos evitar que se pierda) y que los gustos, las salidas, los tiempos, la vida van tomando unos caminos que nos pueden llevar irremediablemente hacia unos gustos, unas salidas, unos tiempos y una vida muy diferentes a lo que planeábamos años atrás.

Tampoco es para desesperar, amigas. Siempre es posible colar un tema entre disco y disco del niño, durante un viaje en auto, o aprovechar que se va a dormir temprano para elegir un programa de tele, o dejarlo en algún lado para elegir -sin intermediarios- qué banda ir a ver un fin de semana.
Eso sí, cuando eso ocurra nuevamente, voy a asegurarme de que no sea en una tribuna, ni un viernes muy tarde, y que en lugar de asientos de cancha haya mesas, sillas y un mozo que en vez de pochoclos, traiga un buen vino para acompañar.
Mientras tanto, les dejo unos videítos de las últimas bandas que fui a escuchar, para que también disfruten y aprecien que la maternidad es una excelente forma de ampliar los horizontes culturales y musicales.
 
Cabeza de Chorlito
 

Pobre papá