jueves, 12 de septiembre de 2013

Un nombre "es lo más valioso que uno puede tener"

Se confirmó el sexo y la rueda de los nombres empezó a girar. No es que hasta ese momento no tuviéramos ninguno dando vueltas, pero en general, uno espera a tener algunas certezas. Nunca fui de las que tienen un nombre pensado desde los 15 para cuando tengan un hijo a los 40.  Por otro lado la combinación entre un débil diagnóstico y la fuerte expectativa de niña, había orientado la ruleta para el lado de los nombres de mujer.
Por eso, desde que la ecografía siguiente canceló toda ilusión de romper la racha, cambiamos el foco y volvimos a las listas de nombre de varón.
Pasan los días y los sobrenombres del estilo bebu, porot, el nuevo, el próximo y cosas por el estilo empiezan a resultar incómodos, pero la realidad es que el nombre no llega.
Yo digo que es como buscar una casa, uno mira y mira durante meses departamentos grandes chicos, con balcón, sin balcón, casa con terraza  o jardín, cerca de la avenida o lejos de todo. Y hace listas mentales de ventajas y desventajas, hasta que finalmente la casa llega y no importa tanto si es cerca o lejos, si tiene jardín o balcón. Algo te enamora y las desventajas se desvanecen.
Con los nombres pasa algo parecido. Todos los de la lista nos gustan. Pero uno es largo, otro es corto, uno no queda bien con el apellido, del otro no nos gustan los apodos, uno nos hace acordar a tal o cual y se descarta de inmediato.
Opinan los abuelos, los tíos, los primos, los hermanos, los compañeros de trabajo y los amigos. La opinión, por supuesto, no implica únicamente el aporte solidario de ideas, sino básicamente la defenestración con todo tipo de argumentos, de cualquiera de nuestras posibilidades.

Así que acá seguimos, revisando listas de caudillos y próceres, santorales de las fechas aproximadas, listas de compañeros de todos los hermanos y primos, nombres de hijos de compañeros de trabajo, vecinitos y amigos de amigos.

Ahora vamos a ser una última prueba. Decirlos en voz alta, enteros, con apellido y con posibles apodos. Y si no sale nada, la próxima lanzamos una encuesta pública de la que seguramente no va a salir el nombre final, pero por ahí nos hacemos de una larga cantidad de nuevas posibilidades para seguir probando, aceptando, rechazando y haciendo girar la rueda, hasta que finalmente, como la casa, el nombre caiga.

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