sábado, 1 de febrero de 2014

Últimos días de panza o la "mejoría de la muerte"

Pasaron más de dos semanas de licencia, voy casi por las 39 de embarazo y el balance sigue siendo prometedor.
Sé que puedo sonar desamorada, desalmada y muchos otros “des”. Sé que este comentario puede ser tomado en mi contra por todas las "Laura Gutman" del universo, que podrán unirse para labrarme un acta y quitarme la tenencia de las criaturas. Pero así y todo debo decir que este estado tan energético, activo, divertido y feliz de los últimos días me hizo pensar en eso que llaman "la mejoría de la muerte".

A ver si me explico. Lo que se me viene en pocos días es el tan conocido "puerperio". Desde el punto de vista médico, es el período que se inicia inmediatamente después del parto y puede extenderse hasta los tres meses después del nacimiento del bebé. Es una etapa crítica para la mujer, que debe lidiar con un hijo recién nacido y los cambios hormonales que alteran su estado físico y psíquico. Dice Sebastiani, ginecólogo y obstetra del Hospital Italiano que, al expulsar la placenta, que es la que fabrica las hormonas durante el embarazo, se produce una crisis hormonal. "Es inmediato, se produce un bajón, desaparecen la progesterona y los estrógenos y esto incide mucho en el estado de ánimo de la mujer, porque las hormonas tiene mucho que ver con el humor".
Pero está claro que para quienes ya tuvimos algún hijo el puerperio es eso y mucho más. Esa manera tan elegante de describirlo probablemente no alcance para explicar la cantidad de sensaciones mezcladas, insoportables, de encierro, miedos, hartazgos y cantidad de etcéteras. Un post escrito meses después del nacimiento de Vicente me lo recuerda siempre: http://demadresyensambles.blogspot.com.ar/2010/05/hay-que-pasar-el-primer-mes.html.

Tal vez, el hecho de haber pasado ya por eso, de recordarlo cada tanto y de saber que el cuento de que el nacimiento de un hijo es la mejor etapa de la vida es puro verso, me tiene tan activa en esta última etapa. La segunda semana de licencia siguió el carril de las anteriores y con esa sensación de “vamos, vamos que se acaba el mundo”.
Y es esa sensación la que me llevó a pensar en eso que llaman la mejoría de la muerte. Es probable que suene exagerado, lo admito. Según dicen, la mejoría de la muerte es una “pseudomejora que se produce poco tiempo antes de que una persona moribunda, definitivamente, muera. Es muy engañosa y en muchos casos llega a desconcertar sobre todo a los allegados a esta persona o incluso a quienes la atienden, ya que consideran esta mejoría como una recuperación de un proceso agónico”.
Insisto, suena exagerado, pero yo creo que algo de eso hay en esta etapa previa al nacimiento en la que, aún con panza de más de 38 semanas, 47 históricos grados de sensación térmica, niño de 4 pegoteado, mimoso, mamero y escandaloso y no sé cuantas cosas más, mi “lista de licencia” logró superar aún mis propias expectativas:

- Vimos tres películas más. En casa, pero las vimos.
- Estamos terminando la segunda temporada de Breaking Bad, serie de la que hasta la última entrega de los Grammys no tenía más información que esos comentarios de los que siempre quedaba afuera. Ahora soy fan de Heisenberg.
- Siguen los cafés-almuerzos-cenas con amigas varias.
- Después de terminar dos libros empezados antes de la licencia, arranqué con uno de Alice Munro, que tenía pendiente desde que ganó el Nobel y me di cuenta de que nunca la había leído.
- Avancé rápidamente en nuevos proyectos laborales.
- Cociné. Sí, cociné.
- Y hasta contagié a mi marido que ya se ocupó de impermeabilizar él solito la terraza, comprar y poner estantes que faltaban desde que nos mudamos hace cuatro  años y un montón de cosas más.

Cuando hace unos días empezaron algunas contracciones y se encendió la alarma tuve -por un momento- una sensación de “bueno, vamos ya es hora”. Pero al instante siguiente recordé que todavía me faltaba volver a la peluquería, depilarme, comprarme “Una muchacha muy bella”, que también quedó pendiente y alguna otra cosa más. Y entonces pensé, “vamos Salvador, esperá un poco más, dame ese tiempo que todas sabemos, después desaparece”. De algún modo, reapareció esa idea de muerte. Una muerte mucho menos trágica, una muerte mentirosa, porque es provisoria, porque no deja del todo a nadie, porque también está llena de vida. Una muerte que puede ser hasta frívola, muerte de cines, de libros, de salida con marido o de café con amigas. Muerte de peluquerías y depilaciones, de sueños profundos y largos. Pequeña, sutil, silenciosa y disimulada pero a la que, para que no se instale para siempre, hay que prestarle mucha atención.


2 comentarios:

  1. suena exagerado, sí, pero no lejano. LEETE TODO, TERMINA BB, TOMATE OTRA DOCENA DE CAFES :)

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  2. me hiciste acordar a los que llaman petite mort al orgasmo. Nada que ver, pero bue

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