miércoles, 12 de marzo de 2014

Primer mes: misión cumplida


Y pasó nomás. Pasó ese primer mes fatídico de puerperio, caos, sueño, vida de zombie, mucho pijama y poco maquillaje, poca salida y mucho desborde.
No quiere decir, de ningùn modo, que pasado el primer mes todo cambia mágicamente, ni mucho menos. Pero tengo la teoría de que las madres que sobreviven el primer mes sin matarse, matar al crío o a algún otro miembro de la familia, tienen altas probabilidades de superar el desafío y vivir una vida más o menos normal.

Es cierto también que con el segundo una está un poco más preparada o "avivada" de algunas cosas, un poco más relajada y con menos tiempo y posibilidades de hacer un drama por cualquier cosa. También es cierto que cuando tenés el segundo, es prorque, obviamente, tenés un primero. Y eso sí que puede generar altas dosis de malestar, agotamiento, instinto asesino y unas cuantas cosas más.

Creo que una de las cosas que aprendí -tarde porque no se volverá a repetir- es que aquellas amantes de la cesárea que te dicen que es una pavada y que no duele nada, son unas mentirosas o -nunca se sabe- unas masoquistas. El posoperatorio de la cesárea fue una de las peores cosas que me pasó en mucho tiempo. Por suerte, y como todo, eso también pasó. Sólo queda una cicatriz pequeña y una panza tan grande como el amor que siento por la criatura.

Pero si tuviera que decir que fue/es lo más tremendo de este segundo puerperio, afirmo sin lugar a dudas que ni el sueño, ni el cansancio, ni los dolores del entuerto, ni los pelos parados ni el pijama, pueden ser tan tremendos como la intensidad de los celos del hermano mayor.

Ya no corre tanto eso de dormís cuando duerme el bebé, porque seguro está el otro reclamando atención. Tampoco se cumplen esas bellas palabras e imágenes de la conexión madre-bebé en el momento de la teta, porque mientras lo hacés tenés al otro colgado de la cabeza, queriendo tocar al bebé, necesitando que le limpies el culo en el baño o cayéndose en el patio y desangrándose. 
 
Definitivamente el segundo puerperio pasará, como pasa todo. Costará, como el anterior y te hará desarrollar las más maravillosas habilidades de mujer pulpo en manos, cabeza y corazón, para hacer frente a las necesidades, reclamos y angustias de las criaturas. Todo eso para que, dentro de unos años, ambos terminen gastando fortunas en sesiones de terapia para superar que su mamá siempre prefirió al otro.

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