Pasaron más de dos semanas de licencia, voy casi por las 39 de embarazo y el balance sigue siendo prometedor.
Sé que puedo sonar desamorada, desalmada
y muchos otros “des”. Sé que este comentario puede ser tomado en mi contra por todas las "Laura Gutman" del universo, que podrán unirse
para labrarme un acta y quitarme la tenencia de las criaturas. Pero así y todo
debo decir que este estado tan energético, activo, divertido y feliz de los
últimos días me hizo pensar en eso que llaman "la mejoría de la
muerte".
A ver si me explico. Lo que se me viene
en pocos días es el tan conocido "puerperio". Desde el punto de vista médico, es el
período que se inicia inmediatamente después del parto y puede extenderse hasta
los tres meses después del nacimiento del bebé. Es una etapa crítica para la
mujer, que debe lidiar con un hijo recién nacido y los cambios hormonales que
alteran su estado físico y psíquico. Dice Sebastiani, ginecólogo y obstetra del
Hospital Italiano que, al expulsar la placenta, que es la que fabrica las
hormonas durante el embarazo, se produce una crisis hormonal. "Es inmediato,
se produce un bajón, desaparecen la progesterona y los estrógenos y esto incide
mucho en el estado de ánimo de la mujer, porque las hormonas tiene mucho que
ver con el humor".
Pero
está claro que para quienes ya tuvimos algún hijo el puerperio es eso y
mucho más. Esa manera tan elegante de describirlo probablemente no alcance para
explicar la cantidad de sensaciones mezcladas, insoportables, de encierro,
miedos, hartazgos y cantidad de etcéteras. Un post escrito meses después del
nacimiento de Vicente me lo recuerda siempre: http://demadresyensambles.blogspot.com.ar/2010/05/hay-que-pasar-el-primer-mes.html.
Tal
vez, el hecho de haber pasado ya por eso, de recordarlo cada tanto y de saber que
el cuento de que el nacimiento de un hijo es la mejor etapa de la vida es puro
verso, me tiene tan activa en esta última etapa. La segunda semana de
licencia siguió el carril de las anteriores y con esa sensación de “vamos, vamos
que se acaba el mundo”.
Y es
esa sensación la que me llevó a pensar en eso que llaman la mejoría de la muerte. Es
probable que suene exagerado, lo admito. Según dicen, la mejoría de la muerte es
una “pseudomejora que se produce poco tiempo
antes de que una persona moribunda, definitivamente, muera. Es muy engañosa y en muchos casos
llega a desconcertar sobre todo a los allegados a esta persona o incluso a
quienes la atienden, ya que consideran esta mejoría como una recuperación de un
proceso agónico”.
Insisto,
suena exagerado, pero yo creo que algo de eso hay en esta etapa previa al
nacimiento en la que, aún con panza de más de 38 semanas, 47 históricos grados
de sensación térmica, niño de 4 pegoteado, mimoso, mamero y escandaloso y no sé
cuantas cosas más, mi “lista de licencia” logró superar aún mis propias
expectativas:
-
Vimos tres películas más. En casa, pero las vimos.
- Estamos
terminando la segunda temporada de Breaking Bad, serie de la que hasta la
última entrega de los Grammys no tenía más información que esos comentarios de
los que siempre quedaba afuera. Ahora soy fan de Heisenberg.
- Siguen
los cafés-almuerzos-cenas con amigas varias.
- Después
de terminar dos libros empezados antes de la licencia, arranqué con uno de Alice
Munro, que tenía pendiente desde que ganó el Nobel y me di cuenta de que nunca
la había leído.
- Avancé
rápidamente en nuevos proyectos laborales.
-
Cociné. Sí, cociné.
- Y
hasta contagié a mi marido que ya se ocupó de impermeabilizar él solito la
terraza, comprar y poner estantes que faltaban desde que nos mudamos hace
cuatro años y un montón de cosas más.
Cuando
hace unos días empezaron algunas contracciones y se encendió la alarma tuve -por
un momento- una sensación de “bueno, vamos ya es hora”. Pero al instante
siguiente recordé que todavía me faltaba volver a la peluquería, depilarme,
comprarme “Una muchacha muy bella”, que también quedó pendiente y alguna otra
cosa más. Y entonces pensé, “vamos Salvador, esperá un poco más, dame ese
tiempo que todas sabemos, después desaparece”. De algún modo, reapareció esa
idea de muerte. Una muerte mucho menos trágica, una muerte mentirosa, porque es
provisoria, porque no deja del todo a nadie, porque también está llena de vida.
Una muerte que puede ser hasta frívola, muerte de cines, de libros, de salida
con marido o de café con amigas. Muerte de peluquerías y depilaciones, de
sueños profundos y largos. Pequeña, sutil, silenciosa y disimulada pero a la que,
para que no se instale para siempre, hay que prestarle mucha atención.
suena exagerado, sí, pero no lejano. LEETE TODO, TERMINA BB, TOMATE OTRA DOCENA DE CAFES :)
ResponderEliminarme hiciste acordar a los que llaman petite mort al orgasmo. Nada que ver, pero bue
ResponderEliminar