Siempre renegué de los actos escolares en los jardines. Me parecen horrendas esas
situaciones en las que los nenes chiquitos disfrazados de no
saben qué, intentan seguir un paso, repetir la letra de un verso o de
una canción, se les caen los moños, levantan el brazo izquierdo cuando correspondía el derecho o lloran, desconsoladamente, arriba del escenario porque
no quieren estar ahí.
Lo odiaba también en mis épocas de maestra jardinera, cuando me
tocaba, muy a pesar de mi voluntad y opinión, armar coreografías
ridículas o escenas de ficción con poca gracia, salvo para padres y
abuelos que solo se interesaban en sacar fotos a sus hijos, sin importar
demasiado qué pasaba arriba del escenario. O cuando las maestras, mis
compañeras -y en alguna ocasión yo misma-, terminaban también en el escenario moviendo los brazos de
los pibes para que pareciera que actuaban.Pero ahora el niño entró en sala de tres. En la escuela pública. Y por más intentos de que los disfraces no sean excesivos y de que no importe si baila o no, ni de las frases de la seño tipo "no esperen que hagan una cosa muy grande, son chicos", terminé preguntándole "¿de qué vas a actuar?, ¿me mostrás el baile? ¿qué van a cantar?", etc.
Como siempre, los niños tienen todas las respuestas. ¿La de Vicente? Escarlatina.
yo tuve 3 experiencias: una la de mis hijos mayores que odiaban subir a un escenario y yo que siempre los terminaba yendo a buscar la mismo porque se descomponían de la vergüenza, llanto, pataleo y yo que había bordado, confeccionado o lo que fuese no lograba ni una foto. Luego les dije la frase mágica: a nadie le importan los hijos de los otros (cosa que sigo sosteniendo pero en otro contexto y con angustia) son 5 min a 500 metros. Y se animaron a las tablas tímidamente. Con mi hija más chica ella disfruta de disfrazarse y el escenario y tenemos disfraz por lo menos una semana, la última vez era de "mama antigua" (de 3er hijo) con el uniforme abajo porque hacía frío, con zapatillas, sin zapatitos de charol ni boludeces que son imposibles que se dejen a ésta edad. Lo peor son los discursos fuera de época y sin sentir que hacen los docentes. También tuve una etapa aún peor: que actúen los padres y me subí al escenario disfrazada de sandía..pero ya en mi infancia había bailado danzas clásicas y representaba a una lechuga arrepollada (disfraz realizado por mi madre con papel crepp) de todo de vuelve, el público se renueva y por suerte no quedaron testimonios fílmicos
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